La República Argentina ha sido tradicionalmente un país productor y consumidor de vinos. Posee más de 200.000 hectáreas cultivadas con viñedos y representa aproximadamente un 2,70% de la superficie mundial de viñedos.
Entre 1982 y 1992, en Argentina se produjo una importante reducción de la superficie destinada a viñedos (cerca de un 36% de la superficie de viñedos anteriormente existente). Esta reducción fue resultado de la eliminación de viñedos abandonados y/o plantados con variedades de baja calidad. A partir de 1992, se replanta parte de los viñedos que fueron erradicados con variedades de alta calidad enológica.
Según la estadística mundial correspondiente a 1997, Argentina ocupa el sexto lugar por su producción de uvas. En lo referente a elaboración de vinos es el quinto productor mundial, luego de Francia, Italia, España y Estados Unidos.
La globalización ha orientado a muchas bodegas y empresas hacia el mercado exterior, siendo actualmente sus vinos exportados a numerosos países.
Comienzos de la Viticultura Argentina
La historia de la vitivinicultura Argentina se remonta a la época de la colonización, a mediados del siglo XVI. No existen datos exactos sobre la fecha de implantación de los primeros viñedos en Mendoza y San Juan, pero algunos historiadores opinan que se realizaron primero en esta última provincia, entre los años 1569 y 1589.
Los conquistadores y colonizadores, soldados o sacerdotes, nunca imaginaron que habían puesto la piedra fundamental de una importante industria que con el tiempo transformaría esta región, conocida en aquella época por su aridez, sus montañas abruptas y la soledad inhóspita en que vivían sus pueblos. Favorecida por las óptimas condiciones climáticas y de suelo, la vitivinicultura manifestó un amplio y acelerado desarrollo, principalmente en las provincias andinas.
El desarrollo de la industria vitivinícola fue lento en sus primeros tiempos, pero a partir de 1853, la región vitivinícola más importante del país sufrió una transformación gracias a una serie de hechos auspiciosos, entre los que se pueden destacar la organización constitucional del país, la creación de la Quinta Normal de Agricultura en Mendoza -la primera Escuela de Agricultura de la República Argentina-, la llegada del ferrocarril, que permitió conectar poblaciones del interior con poblados costeros y el dictado de leyes de aguas y tierras que permitieron la colonización.
Aunque, tal vez, el hecho más importante fue la llegada inmigrantes europeos que trajeron sus conocimientos del quehacer vitivinícola y posibilitó un cambio sustancial en el cultivo de la vid, dando así gran impulso a esta industria. Los inmigrantes trajeron consigo nuevas técnicas de cultivo, cepas nobles europeas que se adaptaron de forma óptima al territorio argentino y técnicas innovadoras en el proceso de elaboración de los vinos.
En el año 1900 comienza a funcionar la Bodega Escuela en la Provincia de Mendoza y lo que hasta entonces se había desarrollado al impulso de la voluntad y la experiencia, se convierte en una actividad basada en la ciencia y en el estudio. Por ello, se considera que la Bodega de la Escuela de Enología de la Ex Quinta Agronómica marca el antes y el después de la cultura vitivinícola en Argentina.
LAS REGIONES VITICOLAS
La zona dedicada a la viticultura constituye una extensa franja ubicada al oeste del país, al pie de la Cordillera de los Andes, y abarca desde los 22º hasta los 40º de latitud sur, con alturas que oscilan entre los 500 y 1.500 m. Esta gran amplitud en latitud norte-sur y la topología de los valles andinos que están dentro de esta franja condicionan importantes variaciones climatológicas y permiten dividir al país en regiones vitícolas muy demarcadas.
El clima de esta amplia zona vitivinícola es, en general, de carácter continental, semidesértico con estación invernal seca, templado o templado frío, con precipitaciones en el período estival que varían entre 100 y 300 mm anuales, pudiendo alcanzar en algunos lugares los 400 mm de lluvia al año. Cabe remarcar que las precipitaciones invernales en la Cordillera son importantes como reserva de agua.
La humedad relativa es baja, lo que sumado a la escasa precipitación, constituye una condición excepcional para la calidad y el estado sanitario de las uvas, evitando el desarrollo de enfermedades criptogámicas. Los productos vitivinícolas argentinos son naturales y libres de residuos de pesticidas.
Se puede distinguir tres regiones bien diferenciadas por sus características ecológicas definidas y la diversidad de sus suelos: la Noroeste, la Centro Oeste y la Sur.
REGION CENTRO OESTE
Representa más del 90% de la superficie de viñedos del país. Se extiende desde los 29,5° a los 36° de latitud sur. En ella se pueden distinguir dos subregiones: Mendoza y San Juan.
MENDOZA
Llamada “Tierra del buen sol y del buen vino”, es el centro vitivinícola más importante del Argentina. En las últimas décadas ha alcanzado un alto grado de desarrollo, que se evidencia en la mejora de los cepajes y en el perfeccionamiento tecnológico. Los viñedos se encuentran cerca de los ríos más importantes, que proveen el agua necesaria para la irrigación de los cultivos. Para completar las necesidades de riego, también se utiliza el agua subterránea obtenida mediante perforaciones.
Entre las variedades tintas encontramos las siguientes: malbec, cabernet sauvignon, merlot, syrah, pinot noir, barbera, sangiovese, tempranilla y bonarda, entre otras. Las cepas blancas son: chenin blanc, torrontés riojano, ugni blanc, semillón, tocai friulano, chardonnay, riesling, sauvignon blanc, moscato bianco y pedro giménez, entre otras.
Dentro de esta subregión destacan las siguientes áreas: Norte, Centro, Este, Valle de Uco y Sur.
SAN JUAN
La viticultura se desarrolla principalmente en el Valle del Tulum y en menor proporción en los valles de Zonda y Ullum, ubicados entre la Cordillera de los Andes y la sierra de Pie de Palo, a ambos lados del río San Juan. También se cultiva la vid en otros valles cordilleranos más altos y más frescos, como Calingasta, Jáchal (a 1.165 m sobre el nivel del mar) e Iglesia. La altitud sobre el nivel del mar es de 630 m.
El clima es cálido y muy estable. Las lluvias son escasas. Predominan vientos generalmente suaves y, en primavera, suele soplar el viento Zonda, muy seco y caliente. Si sopla en época de floración o cuaje, suele producir serios daños en los viñedos, no sólo por la elevada temperatura que puede alcanzar el aire, sino por los bajos índices de humedad que se registran simultáneamente. La incidencia del granizo es mucho menor que en la provincia de Mendoza.
Los suelos situados en la margen izquierda del río son pedregosos y en parte cubiertos de arcilla y arena adecuados al cultivo de la vid. Los ubicados sobre la margen derecha son de gran fertilidad, en general arenosos, arcillosos y poco profundos. El agua de irrigación es apta para uso agrícola, siendo principalmente aportada por el río San Juan y, en menor proporción, por el río Jáchal y por captación de aguas subterráneas mediante perforaciones.
Las variedades rosadas y blancas predominan de forma notoria sobre las tintas. La variedad predominante es la cereza, uva rosada que se utiliza en diferentes industrias. Otras variedades importantes son la moscatel de Alejandría, la Pedro Giménez y el torrontés riojano entre las blancas. Las variedades tintas ocupan una superficie menor. Las principales variedades tintas son la cabernet sauvignon, la syrah y la merlot.
San Juan es la principal productora de uva de mesa del país, con excelentes perspectivas y competitividad para el mercado internacional.
REGIÓN NOROESTE
Es una región geográficamente amplia. Se encuentra ubicada entre los 22° y 29° de latitud sur. Comprende el sur de la provincia de Jujuy, parte de las provincias de Salta, Catamarca y La Rioja y el noroeste de Tucumán. En total, esta región representa apenas algo más de un 5,5% de los viñedos argentinos.
La vid se desarrolla de forma óptima en los valles cordilleranos irrigados, cuya altitud oscila entre 1.000 y 2.000 metros sobre el nivel del mar, en zonas como Cafayate, en Salta, Andalgalá y Tinogasta, en la provincia de Catamarca y Chilecito, en La Rioja.
VALLE DE CACHALQUIES
Es quizá la zona más afamada de la región. Se denomina así al conjunto de valles profundos, a mucha altitud, que conforman las cadenas montañosas al oeste de Salta, abarcando también el noroeste de Tucumán y el norte de Catamarca.
El clima es templado, con un importante diferencial térmico y extraordinaria estabilidad atmosférica. Los veranos son largos. El período libre de heladas es amplio, desde el mes de octubre hasta abril, aunque a veces se producen algunas heladas tardías en primavera. Son frecuentes las granizadas localizadas durante las tormentas de verano.
Los suelos son franco-arenosos o arenosos con elevada proporción de arena fina. Son suelos son profundos con subsuelo algo pedregoso que aseguran una excelente permeabilidad. El agua de irrigación se obtiene de los ríos Calchaquí y Santa María y de los numerosos afluentes de esos ríos. También se capta agua del subsuelo mediante perforaciones.
La variedad más cultivada es el torrontés riojano, por su aroma y sabor característico produce un vino de gran tipicidad. También se cultivan las siguientes variedades: chardonnay, chenin y cabernet sauvignon.
Destaca la producción de vinos finos de gran calidad, principalmente los blancos elaborados con uvas aromáticas de la variedad torrontés riojano.
VALLES DE LA PROVINCIA DE CATAMARCA
El relieve es muy montañoso y su clima depende de la altitud. Los suelos son profundos, francos o limo-arenosos, calcáreos y pobres en materia orgánica. Las temperaturas estivales son elevadas, con precipitaciones anuales inferiores a 200 mm. El oeste de esta zona es más fresco. Los suelos son bastante homogéneos, de textura media y fina, pobres en materia orgánica, calcáreos y, en general, poco salinos.
Predominan las variedades rosadas y blancas. La variedad cereza es utilizada para tres propósitos: vinificar, consumo en fresco y elaboración de pasas. También se cultivan, en menor cantidad, torrontés riojano, sultanina blanca, variedad para pasa, bonarda y moscatel de Alejandría.
LA RIOJA
La viticultura riojana está concentrada en pequeños valles irrigados al oeste de la provincia, entre las Sierras de Velasco al este y la Sierra de Famatina al oeste.
A causa de la variada topografía, existen diferencias térmicas notables entre los valles del oeste y la planicie, con temperaturas bastante elevadas en verano.
Los suelos son de tipo aluvional y poseen una textura más gruesa en la meseta y más fina en valles y planicies. Son suelos francos a franco-arenosos o franco-limosos, profundos, sueltos, bastante permeables y de buena fertilidad.
Se producen principalmente variedades blancas y rosadas, entre las que podemos mencionar al torrontés riojano, que es la cepa característica de la región, y a otras variedades aromáticas como la moscatel de Alejandría y el torrontés sanjuanino.
REGIÓN SUR
Es la más austral de todas las regiones vitivinícolas argentinas y la que está ubicada a menor altitud. Comprende áreas delimitadas de la provincia de La Pampa, Neuquen y Río Negro, donde la viticultura se asienta en las márgenes de los ríos Negro y Colorado.
Los días son templados y luminosos y las noches frescas, con un gran diferencial térmico. Las heladas tempranas y tardías perjudican al cultivo de variedades que requieren una maduración larga. Sus suelos son coluviales y aluviales, de textura mediana a gruesa, aptos para el cultivo de la vid.
ALTO VALLE DEL RIO NEGRO
Concentra la mayor superficie vitícola de la región. Es un valle situado desde Chichinales hasta Confluencia, sobre las márgenes del curso inferior de los ríos Limay y Neuquen. El clima es más frío que en otras regiones.
Es el área vitícola de mayor importancia en la región sur. Por sus condiciones climáticas esta subregión es muy apta para la viticultura.
Se cultivan variedades tintas y blancas, de alta calidad enológica, tales como la malbec, la merlot, la syrah, la pinot noir, la cabernet sauvignon, la bonarda, entre las tintas, y el torrontés riojano, la Pedro Giménez, la semillón, el torrontés sanjuanino, la sauvignon, el torrontés mendocino y la chenin, entre las blancas.